Salvando vidas: historias de mujeres que atienden emergencias y que han logrado devolver la esperanza a otras personas
Hay trabajos en que los segundos son importantes para atender una emergencia o salvar vidas. Son labores que demandan precisión, cuidado, dedicación y una buena reacción.
Decenas de mujeres en Ecuador laboran en espacios donde se requiere atender emergencias
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la población económicamente activa hasta el 2022 era de 8,5 millones aproximadamente. De estos, el 43,1 % lo ocupan mujeres, con cerca de 3,5 millones de trabajadoras. De este total, solo el 27 % tiene empleo adecuado y el 19,9 % tiene subempleo. Parte de esa población la componen mujeres que están en las áreas de emergencia.
Viviana Chávez trabaja como médica emergencióloga desde hace seis años. Su trabajo le ha permitido salvar muchas vidas, pero una de las historias que marcaron su vida fue el intento de suicidio de una adolescente. Este era el tercer intento: la joven había sufrido acoso y se tomó entre 20 y 25 pastillas utilizadas para calmar el dolor intenso en las personas.
Ella llegó con un cuadro muy grave de salud. En la sala de espera, su madre lloraba: pensaba que su hija iba a morir. De inmediato la medicaron y pasó a terapia intensiva. Por momentos su cuadro se complicaba, pero finalmente lograron estabilizarla.
“Al salir y anunciar que la paciente se estaba recuperando, la madre me abrazó, me dijo que muchas gracias por no dejarle sola, sin lo único que tenía: su hija. Yo la abracé. Me llegó mucho la historia, porque mi hija tiene la misma edad de la paciente”, recordó Chávez.
La profesional recordó que acompañó a la madre y estuvo cerca hasta que pasó a un área de recuperación. Ella salió del hospital en tres días, con un soporte psicológico y seguimiento.
“Ahora todavía tenemos contacto, y sé que están bien”, indicó la profesional, que cada año tiene que atender decenas de casos en los que se deben tomar decisiones importantes para salvar vidas.
Nancy Uquillas, evaluadora de operaciones en llamadas del Servicio Integrado de Seguridad ECU911, recibió una llamada de una mujer de 48 años. Se escuchaba nerviosa; le dijo que estaba deprimida y que no sabía qué hacer; solo quería acabar con su vida.
La funcionaria empezó a entablar una conversación. Ahí le comentó que ella no tenía hijos, la familia se había alejado y su pareja la había dejado con una deuda de $ 50.000 en un negocio.
“Me dijo: ‘No sé qué hacer. Todo el mundo me está llamando. No quiero contestar a nadie; solo quiero que me escuche y me diga qué puedo hacer, porque estoy a punto de matarme’”, puntualizó.
Uquillas mantuvo una conversación que sobrepasó los diez minutos. Después de una serie de consejos, de ponerse en sus zapatos y hablar como una amiga, logró tranquilizar y evitar que aquella mujer cometiera un suicidio.
A María Mercedes Madera le ocurrió algo similar; sin embargo, ella sí se encontró de frente con la víctima.
Ella trabaja en la Policía Nacional. Una mañana recibieron la alerta de un hombre de unos 60 años que estaba de pie sobre el puente de El Chiche, en el nororiente de Quito.
La persona estaba nerviosa, mirando hacia abajo, junto a un compañero. Llegaron en una motocicleta y se acercaron lentamente hasta que sujetaron a la persona. Ellos lo aconsejaron hasta la llegada del patrullero, para luego trasladarlo a la Unidad de Policía Comunitaria (UPC).
Para ella fue una experiencia fuerte, pero al final se sintió feliz, porque logró salvar una vida. Como esta, existen muchas llamadas que atendieron mujeres evaluadoras del ECU911 y que tuvieron un final feliz, pues se evitaron algunas tragedias.
Pero no todos son intentos de suicidio o actos de violencia. Natalia Bársenas, evaluadora de videovigilancia en el ECU911, realizaba un monitoreo de un sector de Sangolquí. De pronto, identificó a una mujer que se cayó de unas gradas y nadie le brindaba auxilio. Ella despachó la emergencia y se acercó una ambulancia con paramédicos, pues, según las imágenes, su caída había sido fuerte como para que no se pudiera reincorporar.
Al llegar al lugar, los paramédicos se encontraron con una sorpresa mayor: aquella mujer estaba en labor de parto, a punto de tener a su bebé. Los paramédicos lograron estabilizarla, atendieron el parto en dicho vehículo y los trasladaron de inmediato a un hospital para que recibieran la atención necesaria.
Para la funcionaria, fue una situación que quedó marcada en su mente; se identificó con la mujer que estaba caída sobre el pavimento, porque ella también es madre, y no hizo más que pensar en sus hijos y lo gratificante que fue poder ayudar a alguien que a lo mejor nunca la conocerá.
FUENTE: EL UNIVERSO ECUADOR